Noticia, Explora las páginas .onion de la Deep Web con el buscador Onion City - 19/02/2015 11:01:28
" Onion City es un sencillo proyecto creado hace sólo una semana para poner a disposición de cualquier persona un motor de búsqueda capaz de indexar las páginas .onion de los servicios ocultos de TOR, y que cualquiera pueda hacerse una idea en primera persona de los oscuros callejones que se pueden encontrar en las profundidades de la Deep Web.Se trata de un proyecto muy parecido al buscador Memex del que os hablamos la semana pasada, pero que a diferencia del proyecto de la DARPA no ha nacido para combatir el crimen, sino como una sencilla herramienta para acceder a más de 650.000 páginas que se esconden bajo los dominios .onion sin necesidad de utilizar un navegador específico como Tor Browser.
Este tipo de búsquedas son posibles gracias a que el buscador es en realidad una proxy Tor2web, y actúa como cliente para navegar en la red Tor buscando todas las web que utilicen los dominios .onion.city. Este buscador utiliza la tecnología de Google Search, lo que quiere decir que todas las webs que encuentran también son accesibles para el gran buscador, siempre y cuando pongamos el comando site:onion.city antes de introducir las palabras que queremos buscar.
No, Onion City no es una herramienta para delincuentes ni personas que quieran aprovecharse de los servicios de la Deep Web, ya que ni encripta ni protege a los usuarios de los peligros que pueden encontrar. Por lo tanto, si quieres explorar la Deep Web sigue siendo de vital importancia que te equipes con tu propio kit de supervivencia.
Enlace | Onion City
En genbeta | Kit de supervivencia en la ""deep web""
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Información: Veinticinco años del e-learning en España - 13/07/2013 13:10:00
Veinticinco años del e-learning en España ()Sin duda es más importante el qué aprender que el cómo hacerlo; pero, para bien o para mal, en el mundo de la formación parece hablarse más de lo segundo que de lo primero. Se habla del e-learning, del on the job, del coaching, del outdoor, del aprendizaje informal… Si decidimos identificar el e-learning con el aprendizaje mediante sistemas interactivos controlados por ordenador, habríamos de remontarnos a los tiempos de la denominada EAO (Enseñanza Asistida por Ordenador), unos 25 años atrás.
Preciso es aprovechar el avance técnico también en el aprendizaje, aunque la formación continua habría de sintonizar mejor, en contenidos, con las nuevas realidades de la economía. La economía emergente se caracteriza, según se nos dice, por el mercado global, por los cambios técnicos y no técnicos, por el peso del conocimiento y la innovación, por el denominado capital humano. El aprendizaje permanente resulta inexcusable, entre otras razones, porque los campos del saber se extienden cada día.
Fue allá por 1986 ó 1987 cuando utilicé por primera vez una herramienta de autor para el diseño de programas de Enseñanza Asistida por Ordenador, y no era yo el primero que lo hacía; de modo que seguramente podemos hablar de 25 años, si no más, del aprendizaje por ordenador en nuestro país, que debía llegarnos obviamente con el PC. Los programas de autor eran muy sencillos y los disquetes eran aquellos floppies de algo más de 5 pulgadas. Cuando precisábamos vídeo, se utilizaban laserdics de 30 cm, que estampábamos en Gütersloh (Alemania).
Hace años publicaba yo un texto haciendo algo de historia ("Dieciocho años del e-learning en España", todavía accesible en Internet) con detalles que tenía registrados, y no deseo repetirme demasiado; pero sí hablaré de recuerdos que todavía quedan en mi cabeza. Por entonces (mediados los años 80) hablábamos en mi entorno de "tecnologías de la información" y "metodologías de formación". Era todavía la etapa off line de los ordenadores, y sería algo después, con el desarrollo de las redes digitales de telecomunicación, cuando se hablaría ya de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación).
Recuerdo bien aquella primera etapa off line de los años 80, en que yo mismo materializaba, con una sencilla herramienta, los guiones interactivos de los cursos que diseñaba por entonces, sobre sistemas de telecomunicación. Era partidario del material impreso cuando había texto que leer (casi siempre, diría yo), y de que se dejara la interactividad del PC para resúmenes, refuerzo, inferencias, autoevaluación…; pero la redacción de las unidades debía hacerse con el esmero tradicional de la formación a distancia, tratando de catalizar un aprendizaje sólido, efectivo, rápido y grato.
Aunque el aprendizaje por ordenador ya se practicaba, la etiqueta "e-learning" empezó a sonar aquí al final de los años 90, poco después de aquellas "tutorías telemáticas" y de las "aulas virtuales" orquestadas en las plataformas de formación traídas por Internet. Todavía en el escenario finisecular, empezaron ya a colgarse contenidos en dichas plataformas; eran los inicios de la etapa on line. Parecía haber en las grandes empresas cierta ansiedad por disponer de contenidos, y temo que su eficacia didáctica no fuera siempre la más deseable.
En esta etapa on line de las plataformas virtuales, los docentes hemos ido entregando a producción guiones escritos en Word, siguiendo las pautas de interactividad establecidas (pautas, diría yo, en ocasiones más orientadas al lucimiento tecnológico que a la efectividad didáctica). Habrá otras percepciones, pero mi impresión es que, a menudo, se consideraba a los docentes como "subcontratados" dentro de cada proyecto, quedando el protagonismo en manos ajenas a la docencia y más vinculadas a la tecnología.
Opino que uno no puede enseñar lo que no sabe, incluso aunque se tenga por pedagogo; pero también opino que el conocimiento viene de la información (y no de la tecnología de soporte), y me lo han refutado en público alguna vez. Uno, desde luego, no pretende llevar razón, sino llevar a la reflexión. Temo que la presencia de "expertos en e-learning" (tal como se maneja esta expresión) no garantiza en los proyectos de diseño la efectividad-calidad de los cursos on line, es decir, no asegura los resultados que describía Kirkpatrick.
Hace un par de años, un responsable de formación de una de las empresas pioneras me decía que conservan la plataforma con los contenidos, pero "ahí están". No obstante, hay otras empresas cuyos responsables de formación consideran en uso sus recursos formativos virtuales. Parece hablarse ahora, empero y sobre todo, de programas blended y de soportes electrónicos para el aprendizaje.
A mí como guionista me ha ocurrido en ocasiones que los técnicos han introducido algunos cambios en gráficos y textos; cambios que pocas veces me parecían oportunos, y que el directivo responsable del proyecto vinculaba con un margen para la paternidad-creatividad de los técnicos de producción. Ya he comentado alguna vez (difícil olvidarlo) que vi con cierta sorpresa (hará quizá tres años) cómo me dividían la escalera de inferencias de Argyris en peldaños, para mostrar uno a uno a cambio de cada clic, e impedían ver la imagen completa; era como querer mostrar la torre Eiffel, pero hacerlo solo por tramos y nunca entera.
No cabrá generalizar, pero sí hablaría yo de cierta libertad de los técnicos de producción, a la que parece que deba subordinarse el guionista. Si estos casos fueran excepcionales, mejor que mejor; pero también hay quien entiende por guionista a la persona que, aunque ajena a los temas abordados, es capaz de convertir en interactivo un texto lineal que se le entrega. Un empresario del sector (APeL) me preguntó una vez si yo sería capaz de hacer guiones de temas que no conociera, a partir de un texto dado. Como yo respondiera que primero habría de aprender lo que luego hubiera de enseñar, la colaboración no se materializó.
Diría que los técnicos de producción manejan significantes a veces con cierta ligereza, mientras que los docentes guionistas manejamos significados y lo hacemos, con mayor o menor acierto, en beneficio del aprendizaje. Habrá otras opiniones, pero tal vez debíamos volver a las herramientas de autor y dejar el gobierno de la enseñanza a los docentes. Hoy todos nos manejamos con herramientas informáticas, aunque sean ya bastante más complejas que aquellos primeros programas de autor. Esta es la primera reflexión que deseaba ofrecer al lector interesado, porque podría tal vez estar relacionada con el lento progreso de esta modalidad de formación, que finalmente parece acomodarse en programas "blended".
Hay que decir que quizá todavía hoy falta cierta destreza en la redacción de guiones, incluso cuando se domina el tema abordado y se cuenta con experiencia; mucho más, claro, si no es el caso. Yo mismo veo con reservas diseños míos de tiempo atrás. Recuerdo por ejemplo, de aquellos finales años 80, que resultaban muy cuestionables algunas de las frases que se redactaban como falsas o como verdaderas, como también ocurría eso mismo, a veces y desde luego, en los tests impresos que se utilizaban en la formación tradicional.
Hoy parece imponerse la idea de que la calidad de un curso on line es proporcional a la interactividad, lo que en la práctica se relaciona con el número de clics a que se obliga al usuario. También parece considerarse proporcional a la animación, y he llegado a ver un muñeco parlante para pronunciar mensajes poco significativos que, si fueran relevantes, el usuario preferiría conservar impresos. De modo que quizá a veces el e-learning viene a añadir más coste que valor al material didáctico preciso para el aprendizaje. No será la norma…, pero quizá habría que revisar los criterios de calidad.
Me confieso, desde luego, e-learner, y utilizo la gran plataforma Internet para aprender cada día algo nuevo, siempre con el debido cuidado al traducir la información encontrada a conocimiento valioso y aplicable. Aquí se precisa una buena dosis de habilidad informacional (búsqueda, evaluación, interpretación, aprendizaje, integración…). Pero termino subrayando que otras personas habrán tenido otras experiencias, y quizá cada uno solo puede hablar con fundamento de las suyas. De un modo u otro no dejemos de aprender cada día, e incluso de aprender lo que no sabe nadie a nuestro alrededor: explorar, descubrir, crear.
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